I
(el lenguaje de los restos)
Siempre es agua,
por mucho
que la luz se manche en los charcos,
la lluvia detenida bulle en renacuajos y el día
es el
brillo en las botellas rotas.
Aquí el
concepto ensucia las manos.
Flores de nylon que el viento enredó en las
ramas,
pañales y forros,
envases,
diarios viejos.
Mientras la tierra retrocede,
crecen
los márgenes.
Mi ciudad sólo recuerda en los escombros,
a pesar de libros y templos,
no aprendimos otro modo.
Aquí todo persiste
sin palabra o sedimento.
La imagen es el poema provisorio
y el orden el lenguaje de los restos.
La ciudad se estira hasta desbordarse,
el limite es el ritmo con que crece y olvida la
marea.
1) (El lenguaje de los restos): El poema es el jirón de una fotografía, el baldío como un “no lugar” que nos involucra y delata. Ahí donde la cultura es la naturaleza adornada en el residuo. El sitio es el margen de la ciudad de Santiago, junto al río en el Barrio La Católica, a pocos metros del basural crecen las primeras casas.
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