A Juan Santiago Avendaño
Plano general:
Las manzanas no son simple geometría,
rectángulos combados,
patios que
se abren al sol
la luz se nutre de los ojos que la miran.
Desde los techos el movimiento es uniforme
mínimas variaciones entre las calles,
bolsas de basura como racimos en los postes de
luz
y una galería de eucaliptos fuera de foco.
Cada cuerpo describe su trayectoria en el
espacio
líneas que se superponen entre sí
para formar la trama de este barrio.
Los perros ladran por sus dueños
y la vida se recicla en televisión y palabras.
Alguien escarba este dibujo y crujen las
baldosas
bajo los puntos invisibles,
las casas lo siguen con sus ventanas abiertas.
No importa cuántas veces lo intente:
Siempre hay otro ojo del lado opuesto de la
cerradura.
El zumo cotidiano se hace espeso hacia la tarde,
siempre es la misma canción que escupe la radio,
siempre la misma silla que crece en la vereda,
a esta hora es posible el instante en que todo
se suspenda.
Si de estos ensayos,
acaso sucede el
poema,
como un desgarramiento del paisaje,
quizá el mundo se reduzca a una sílaba,
un tamaño adecuado para llevar entre los dedos.